Dólar: por qué la rigidez del FMI es parte del problema

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El riesgo actual reside en que los precios se ponen en el margen y esto significa que con pocos pesos se puede presionar mucho al billete.

 

La rigidez que imprime el acuerdo firmado con el FMI limita las herrmientas y el poder de fuego que podría utilizar el Gobierno contra una disparada del dólar, una situación riesgosa que llena de incertidumbre el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC).

“Creemos que el verdadero problema es la rigidez del programa con el FMI, que limita la capacidad de acción del gobierno. Con poco margen, los funcionarios hoy se aferran estrictamente a las directivas impartidas desde la entidad multilateral”, mencionó un informe de Delphos Investment.

El gobierno tiene poder de fuego, pero si no es usado en el momento correcto corre el riesgo de diluirse. Y el “timing” esta siendo un problema ya que las decisiones deben ser consultadas con el “manual” del FMI, que claramente no fue escrito para un país bimonetario como Argentina, agregó el informe.

Delphos detalló que:

-El riesgo actual reside en que los precios se ponen en el margen y esto significa que con pocos pesos se puede presionar mucho al billete.

-Si esta dinámica presiona sobre los “stocks”, entonces el mercado cambiario podría tornarse incontrolable.

-Los plazofijistas empiezan a ver con preocupación la escalada del dólar mientras que las tasas ofrecidas por los bancos dejaron de ser atractivas en este contexto.

-La respuesta inmediata a la suba del dólar será una mayor presión inflacionaria, deteriorando aún más los ingresos reales de los consumidores. En este contexto no habría “bazuca” electoral por parte del oficialismo que logre dar vuelta la realidad económica de los votantes. Macri no puede darse el lujo de tener otra ronda depreciatoria.

-Si el tipo de cambio aumentara hacia el techo de la ZNI a fines de mayo, la inflación interanual a diciembre de 2019 superaría 65%. Esto suponiendo un pass-through moderado por el estancamiento de la actividad, con un efecto máximo siete meses después del shock, en línea con lo observado en experiencias previas.

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