La economía y las inversiones ingresan al modo electoral

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RoadShow convocó a especialistas para analizar en profunidad qué puede puede pasar en un año clave. Se debaten nuevamente dos modelos de país. Cómo enfrentar la incertidumbre relacionada con el riesgo político y cuándo se recuperará la economía.  Por Pablo Wende y Leandro Gabin

Este año está que está llegando a su final fue, sin dudas, no apto para cardíacos. La economía argentina, que se encaminaba a crecer, con una inflación a la baja y el dólar apreciado en términos reales, o sea un cóctel inmejorable de cara al año electoral, terminó siendo todo lo contrario. La crisis cambiaria que derivó en un pedido de ayuda al prestamista del última instancia, no sólo erosionó el poder político del Gobierno, sino que puso en dudas algo que hasta entonces estaba asegurado: la reelección de Mauricio Macri.

Ahora, con la oposición fragmentada pero en busca de alianzas que generan una opción a Cambiemos, y con el “fantasma” del retorno de Cristina Kirchner a la contienda presidencial, los inversores tienen pocos incentivos para volver a apostar a los activo argentinos.

Incluso en el mercado creen que el riesgo país se moverá al compás de las encuestas, algo que promete mucha volatilidad teniendo en cuenta que tanto el actual presidente como CFK tienen niveles de intención de voto similares. ¿Final abierto?

Qué pasó en este 2018 y que pasará el próximo año fue el tema de conversación en un almuerzo organizado por Roadshow con cinco especialistas de lujo: Rodolfo Santángelo (MacroView), Federico Tomasevich (Puente), Alberto Abad (ex titular de la AFIP), Javier Bolzico (Adeba) y Paula Premrou (Portfolio Personal Inversiones) se dieron presentes en un almuerzo en el restaurant St. Regis del Park Tower (de la cadena Starwood) para un diálogo a fondo. A continuación, los pasajes más importantes del encuentro:

-¿Cómo está cerrando este 2018?

Rodolfo Santángelo: Es un 2018 dividido en tres partes. Parecía la continuidad del anterior, relativamente razonable. Veníamos del triunfo electoral del oficialismo. Obviamente se complicó. El pedido de salvataje al Fondo Monetario Internacional era la única opción posible, porque si no las consecuencias hubieran sido peores. El segundo acuerdo es mucho más duro. Es típicamente “fondomonetarista”. Hay mucho dinero, U$S 57.000 millones de los cuales U$S 40.000 millones entran antes que se inicie la campaña electoral, un fenomenal apoyo internacional a la Argentina y al presidente pero dentro de los parámetros que establece el Fondo. A ningún economista argentino se le hubiera ocurrido un programa tan duro como este. Es un programa para llegar a diciembre del año que viene con la menor disrupción posible y como se pueda.

-¿Ve la economía recuperándose como espera el gobierno?

RS: No. Tenemos dos años de contracción económica. A lo sumo, respecto a algún momento del piso de caída, que podrá ser el primer trimestre, midiendo con algún grado de sofisticación podrá haber alguna recuperación, pero son dos años de caída mínimo y no sé si no será más. Obviamente está la recuperación del sector agrícola, de las economías regionales, del turismo interno, pero estamos hablando del 20% de la economía, el resto va a seguir sufriendo la caída del salario real, el corte del crédito, las tasas de interés, el programa fiscal, la suba impositiva. Este no es un programa de reactivación, es un programa de estabilización.

-¿Cómo ven el desenvolvimiento que han tenido las tasas de interés y su impacto en el sistema financiero?

Javier Bolzico: Efectivamente al contrario de lo que algunos piensan las altas tasas no le convienen para nada a los bancos. Básicamente los bancos cobran tasas pero también pagan tasas. Los bancos dan préstamos y en Argentina los préstamos son a corto plazo, seis meses, un año o nueve meses; y las tasas y los plazos fijos se renuevan cada treinta días, con suerte cada sesenta. Entonces cuando suben las tasas abruptamente como ocurrió, los activos todavía tienen un rezago de tasas bajas y los pasivos rápidamente se van a la nueva tasa. Eso impacta en la rentabilidad de los bancos. Una gran pérdida que ha tenido el sistema financiero es que los planes de crecimiento a partir de mitad de año, cambiaron totalmente. Veníamos creciendo y los bancos tenían sus planes de negocios, incluso pensábamos que la bancarización iba a aumentar, pero todo eso se frenó. Lo importante es que las tasas bajen lo antes posible y vuelva a generarse el crédito en un ritmo similar al que existía antes de toda esta situación.

-Hay una contracción del crédito muy importante, ¿hay perspectivas de que mejore?

JB: Sí, la causa fundamental para la contracción fue la tasa de interés, la cautela de la gente y la de los bancos. En estos momentos todo se paraliza, no hay tomadores de créditos, pero el tema no es lo monetario porque los depósitos siguen creciendo. El apretón monetario vía encaje te saca la capacidad prestable. Se da la paradoja de que suben los depósitos pero la capacidad prestable baja porque sube la cantidad de dinero que los bancos deben inmovilizar. Hoy de cada $100 que se depositan en el banco $44 quedan inmovilizados, remunerado o no remunerado, pero inmovilizados.

-También se vio una contracción del financiamiento de las empresas, las provincias, y el mercado se achico de una manera muy importante

-Federico Tomasevich: Nosotros, que somos el principal emisor en cantidad de transacciones y en volumen, mientras que en 2017 emitimos casi 110 transacciones por u$s3.000 millones, este año va a ser la mitad. Y el mercado va a emitir la cuarta parte, consecuencia del aumento del riesgo país y el aumento de la tasa de rendimiento de todos los activos de renta fija. El mercado local e internacional se cerró para el soberano y los subsoberanos.

Producto del aumento del riesgo país y el aumento del rendimiento de los bonos nacionales y provinciales, arbitraron los bonos corporativos y empezaron a rendir mucho más de lo que rendían hace un año. Hay bonos corporativos que rinden el doble de lo que rendían hace un año. Con esa tasa de financiamiento o esa tasa de interés de los bonos que rondan entre el 12% y el 8% la  mayoría de las empresas, que no necesitan refinanciar deuda, evitan salir. Básicamente el mercado de capitales es para refinanciar pasivos de largo plazo o para financiar proyectos de inversión de largo plazo.

-¿Están viendo el 2019 como una continuidad del 2018?

FT: Yo tenía otras expectativas para el 2018, todos los actores económicos se imaginaban una Argentina distinta con muchos menos eventos. Si la política no cambia el 2019 no tiene por qué ser muy distinto al 2018, hablo de la gestión política del gobierno que le toca administrar. Esta crisis económica financiera es consecuencia de severos problemas políticos.

-Entonces va seguir la cautela…

FT: Sí. Generalmente somos bastante optimistas pero vemos que hay una dependencia total de la política. Muchos de los problemas que tiene el país son errores no forzados de este gobierno. Si la historia se vuelve a repetir va a ser más desafiante.

Paula Premrou: Soy menos pesimista. Es bueno que Argentina, con un programa muy duro, haya reconocido la realidad de que no podemos vivir siempre con desequilibrio fiscal. En algún momento el riesgo país lo va a terminar reflejando. Si ves la curva de rendimientos argentinos, un bono corto que vence el año que viene rinde 4% y el que vence un año después rinde el doble. Esa diferencia, que en cualquier curva normal sería de uno o dos puntos, en Argentina es cuatro veces más porque hay riesgo político, nada más.

FT: El mercado internacional está sobre expuesto en Argentina. Esto hace difícil imaginar un rebote de los activos argentinos porque coinciden dos factores. Hay una estimación de que los inversores institucionales internacionales tienen 5% en sus carteras de mercados emergentes de Argentina cuando debieron tener 2%. A este nivel de ventas van a tardar dos años en salir.

-¿Cómo fue el año para trabajar con los inversores minoristas más atentos al riesgo?

PP: Fue un año dividido en varias partes. Los inversores empezaron el año fuertemente concentrados en las Lebacs. Los minoristas estaban bastante cómodos haciendo tasas de interés. A partir de abril se generó un período de gran volatilidad e incertidumbre. Fue un año difícil para obtener rendimientos positivos, difícil para armar estrategias de inversión. Enseguida el inversor individual se vuelca al dólar porque es el activo más conocido y termina diciendo “al final siempre es la mejor estrategia”. Tuvimos un año de un crecimiento bárbaro según nuestros indicadores que se basan en la plataforma on line transaccional y es algo que está siendo más demandado por los inversores. En el año la cantidad de transacciones aumentaron un 250%, eso habla de carteras que rotaron mucho más como consecuencia de adaptarse a circunstancias que fueron cambiando semana a semana, mes a mes, al cambio permanente del contexto.

 -¿Hacia adelante, en el año político, creen que será una elección que pasa por el bolsillo?

Alberto Abad: Creo que es una elección donde el bolsillo va a ser muy importante. La política no genera ideología ni proyectos. El bolsillo se puede cambiar por el cerebro, la mística, una cosa mejor, un proyecto. Si no te dan un proyecto, si no se sabe claramente cuál va a ser el proyecto de Cambiemos y conocés o imaginás como va a ser el proyecto del kirchnerismo, te terminás refugiando en el bolsillo. Acá lo que falta es la política, falta el proyecto para que la gente repunte, vaya en un sentido, tenga una orientación básica y algo en que creer. Eso en este año va a ser difícil. Si después de este año la política no se pone los pantalones largos cualquier programa económico va a estar yendo a los tumbos. Después de la globalización la economía noqueó a la política, pero la idea de proyecto en las personas sigue estando latente.

La economía, al ritmo electoral

-¿Qué economía vamos a tener en octubre de 2019?

RS: En una palabra, mejor que el peor momento y peor que el mejor momento. Vamos a estar mejor que este fin de año, principio del año que viene, seguramente con una tasa de inflación más baja, si se cumple el programa. Hasta probablemente con un nivel de actividad más alto que el mínimo.

-¿Es creíble la tasa de inflación de 23% para el año que viene?

RS: Es creíble si se cumple el durísimo programa monetario. Acá sacaron las harinas y todas esas cosas de la dieta y se va a bajar de peso. Después veremos cuantas trampitas se hacen de noche con el dulce de leche, pero si cumplís el programa la tasa de inflación va a bajar. Va a bajar más de lo que se espera. La tasa de inflación en este programa tiene que bajar. La tasa de inflación en el anterior programa, el de junio, era licuador del gasto público, porque todo lo que no se hizo en materia de gasto lo hizo la inflación. Ahora lo tienen que hacer en serio, no con la inflación. Con el nivel de actividad va a pasar lo mismo: Probablemente va a estar mejor que en el peor momento, más arriba del piso, pero sin haber vuelto a los valores previos a la caída.

-La realidad de las empresas es que están muy complicadas en términos generales ¿se les va a aliviar un poco el 2019?

RS: Respecto a este momento probablemente sí pero todavía seguirá arrastrando mochilas importantes. La suba de la presión tributaria es fuerte, la suba de costos fijos es fuerte, la caída del salario real, el costo laboral ha caído, la recuperación en los sectores no agrícolas va a ser muy, muy modesta, si es que hay alguna. Vamos a tener un sector empresario donde vamos a ver algún cierre, algún concurso y todavía no sabemos cuál va a ser la dinámica de caída de tasa de interés. La tasa de interés puede caer diez puntos y no puede significar nada.

-¿Cómo están viendo el panorama desde el sector bancario?

JB: El objetivo es poder volver acrecer. El año que viene, si se estabiliza la inflación y se cumplen otras condiciones básicas de este modelo, las tasas tendrían que ir bajando paulatinamente. Eso podría volver a generar los mecanismos de préstamo y financiación. Lo malo es que el sistema financiero se frenó, lo bueno es que está intacto. Esta es una de las pocas crisis que el sistema financiero salió intacto, con lo cual, si se generan el resto de las condiciones macroeconómicas y financieras rápidamente va a poder volver ser un actor relevante.

-Por lo menos vamos a un superávit primario en 2020…

RS: No vayas tan rápido. Primero, si vamos a superávit es por un tercio de los intereses y lo que vence siempre es el capital. Hay otro tema mucho más complicado. El Fondo es el acreedor privilegiado, es el que pone la plata cuando nadie la pone. La pone con condiciones y es el primero que cobra. Ni Rodríguez Saá defaultea al Fondo en Argentina. El Fondo, en el flujo de fondos, empieza a cobrar 2021 y sobre todo 2022. La historia dice que cuando el Fondo te empieza a cobrar no te suelta la mano. No es que te acogota y te dice “págame y el resto se muere”. Te apoya pero sí cobra neto. Te sigue dando pero cobra neto. Pone, pero retira más de lo que pone. Con lo cual Argentina va necesitar financiamiento para pagarle al Fondo y para pagarle la deuda, menos de lo que tenga de superávit. Ese es un tema clave. Entiendo que ese es un desafío fenomenal. Es un tema muy delicado en el que hay que convencer a todos los candidatos políticos o al que gane que esto es así.

AA: Me parece que lo otro que falta instalar es el programa integral. Con la globalización se produjo un fenómeno espectacular, las finanzas tomaron vida propia. Las finanzas en alguna medida dejaron de ser el lubricante de la economía real para convertirse en una cosa distinta, con vida propia, que casi se despega de la economía. Le pega a la economía pero tiende a despegarse. Creo que la discusión que hay que instalar en Argentina es esa. Por qué los 500 puntos o los 700 puntos de Riesgo País no están asociados a la posibilidad de que exportemos, o no, gas a Chile. Por qué no está sujeto a que hagamos algo en serio con el Litio. Por qué no está sujeto a que los servicios de alto valor agregado que en Argentina que generan muchísimo dinero sigan funcionando como tienen que funcionar, Hay varios tractores, locomotoras de la economía real que ni las tenemos identificadas. Ese es uno de los problemas centrales de las clases dirigentes, y pongo a la política a la cabeza y al gobierno porque es el que tiene que armar esto y mostrarlo. Los argentinos seguimos sin tener una idea, una proyección a tres o cuatro años de esas grandes líneas.

El escándalo político del año también golpeó a la economía

Los “cuadernos de la coima” fue sin dudas el escándalo político de los últimos años. La trama de hechos de corrupción que salpicó al gobierno kirchnerista y a muchos empresarios, tuvo su impacto en la economía. El ex presidente del Banco Central, Luis Caputo, recordaba que la corrida contra el peso de agosto fue fogoneada por el tema de los cuadernos. Las menores expectativas de crecimiento por lo que podría ser el Lava Jato criollo también exacerbó los ánimos en el mercado de bonos y acciones. En definitiva, fue otro golpe letal a la frágil situación económica financiera del país. “Los cuadernos son síntoma de una Argentina que perdió fuertemente densidad institucional. Hicieron explotar algo que, en alguna medida, ya circulaba hace años en el imaginario colectivo. El consenso entre parte del poder político y parte del poder económico de lucrar con fondos públicos”, destacó Alberto Abad, el ex titular de la AFIP ahora enfocado en mejorar la institucionalidad y la transparencia de la política.

“Lo que pasa en este caso es que tuvo un agravante de exposición pública que nunca había tenido. El fenómeno de que estuviera tan pacientemente documentado la visita a determinados lugares, a determinadas personas, la verbalización del tema, las fotos, los videos hizo que la cosa tuviera una fortaleza terrible en un contexto en que la Justicia, también, con muy baja institucionalidad tenía la oportunidad de saldar parte de su deuda con la sociedad, así que el tema lo trabajó bastante bien”, agrega.

Para Abad, el sabor que queda es “realmente horrible porque lo que vuelve a mostrar es que las dirigencias, en el sentido general de la palabra, no terminan de hacerse cargo de los roles que le corresponden”.

“Estamos en una Argentina de las dirigencias autistas o solitarias. La política se retroalimenta entre sí y no habla con los empresarios, no habla con los sindicalistas y no termina de institucionalizar al Estado y los empresarios otro tanto y a su vez, dentro de cada uno de estos platitos la política, el Estado, los empresarios y los sindicatos están fragmentados”, advirtió. “La Argentina está en un sistema fragmentado, con bajo nivel de institucionalidad y con el poder económico y el poder político más interesado en generar rentabilidad y en financiar las campañas políticas que en preocuparse por la gente”, remarcó Abad.

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