Cuando el déficit comercial externo es alto y no puede financiarse de forma sostenida con ingreso de capitales, la lógica del mercado marca una solución: un dólar más alto.
Sin embargo, el verdadero desafío es cómo reaccionan importaciones y exportaciones ante ese tipo de cambio más elevado, destacó un informe de LCG.
Si el comercio exterior no se ajusta de manera significativa, el costo termina trasladándose a la actividad económica, que se desacelera como consecuencia de la falta de divisas. Es la llamada restricción externa, un fenómeno recurrente en la historia argentina.
Aunque Vaca Muerta contribuye a aliviar este límite gracias al superávit energético, no lo elimina por completo.
Un límite al crecimiento, incluso con un dólar competitivo
Proyecciones que combinan variaciones del tipo de cambio real multilateral (TCRM), crecimiento económico, saldo energético positivo y pagos netos por intereses, utilidades y dividendos, sugieren que aún con devaluaciones competitivas, la economía enfrentará restricciones para expandirse.
Una agenda exportadora como salida
Para romper este círculo, los analistas insisten en la necesidad de una estrategia sostenida para aumentar las exportaciones.
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Retirar por completo al Estado como articulador o generador de incentivos no parece ser la mejor alternativa.
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Volver a subsidios masivos o “regalos presupuestarios” tampoco garantiza resultados si no se orientan correctamente.
La propuesta es evaluar caso por caso cómo el Estado puede colaborar con el sector privado para superar trabas, integrarse a cadenas globales de valor y ganar nuevos mercados.