La suba del dólar en julio pone presión sobre la estrategia económica del Gobierno, que intenta frenar la escalada para evitar que se traslade a los precios. Qué factores explican el salto de la divisa y qué anticipan los analistas para las próximas semanas.
El dólar tomó impulso en las últimas semanas y quebró la barrera simbólica de los $1.300, lo que complica la estrategia del Gobierno de mantener a raya la cotización para evitar un impacto directo en la inflación. Esta suba se da en un contexto sensible, en pleno calendario electoral, con las legislativas de la provincia de Buenos Aires y las nacionales cada vez más cerca.
A pesar de los esfuerzos del Ejecutivo por contener el precio de la divisa, el dólar oficial minorista cerró la última semana en $1.300 en el Banco Nación, el valor más alto desde la salida del cepo. Solo en julio acumuló un incremento de $85.
Entre los factores que impulsaron esta escalada figura el desarme del esquema de Letras de Liquidez Fiscal (LEFI), que dejó a los bancos con un excedente de pesos y generó presión sobre el mercado cambiario. A eso se suma la creciente incertidumbre electoral y la demanda estacional de divisas por turismo y cobertura.
Desde Econviews explicaron que el fin de las Lefis “dejó un exceso de liquidez, provocando una caída en las tasas de corto plazo y empujando al dólar al alza”. En respuesta, el Tesoro lanzó una nueva licitación de Lecaps con tasas significativamente más altas para absorber pesos del mercado. Al mismo tiempo, el Banco Central reactivó las operaciones de pases y retomó la intervención en bonos para sostener las tasas de interés.
Ese combo generó una fuerte volatilidad en el mercado financiero, con tasas que pasaron de menos del 20% a cerca del 40%. Los analistas anticipan que los rendimientos seguirán elevados en las próximas semanas.
El panorama cambiario no parece estabilizarse en el corto plazo. Por un lado, finalizó la rebaja de retenciones, lo que reduce el volumen de liquidación de exportaciones. Por otro, la demanda de dólares se mantiene alta por las vacaciones de invierno y el clásico comportamiento preelectoral de los ahorristas argentinos.
Este fenómeno ocurre más allá de las proyecciones optimistas del Gobierno respecto al resultado electoral. El historial demuestra que, ante cualquier elección, aumenta la demanda de divisas como mecanismo de resguardo.
Así, la atención comienza a centrarse en los precios: el interrogante es si la inflación logrará mantenerse contenida o si el salto en el dólar comenzará a reflejarse en el consumo cotidiano.