En medio de la creciente tensión cambiaria, el Banco Central intensificó su intervención en el mercado de futuros de dólar con el objetivo de controlar las expectativas de devaluación. El volumen operado alcanzó su nivel más alto en tres años y el interés abierto superó los US$6.300 millones, el registro más elevado desde julio de 2022.
La estrategia oficial apunta a sostener las cotizaciones cortas por debajo de los $1.300, en un intento por evitar un traslado de la presión al tipo de cambio oficial y mantener controlado el frente financiero en un contexto de menor ingreso de divisas del agro.
Durante las últimas jornadas, se evidenció un fuerte incremento en la actividad: solo el lunes se sumaron US$259 millones en contratos, acumulando más de US$2.000 millones en menos de dos semanas. Este aumento sugiere una participación activa del BCRA, aunque algunos analistas señalan que también podría haber actores privados operando por cobertura.
En ese contexto, los contratos para julio y agosto marcaron picos intradiarios, con movimientos bruscos: el dólar para julio trepó hasta los $1.281 y luego retrocedió a $1.273, mientras que el de agosto alcanzó los $1.325, para luego estabilizarse en torno a $1.315.
El mercado, sin embargo, ya proyecta una cotización de $1.470 para diciembre, lo que evidencia que las expectativas devaluatorias continúan firmes.
Economistas advierten que este nivel de intervención podría ser difícil de sostener a largo plazo. Además, ante la menor oferta de divisas y una demanda que podría crecer en el segundo semestre, algunos analistas consideran que el Gobierno debería acompañar esta política con tasas de interés más elevadas, aunque eso complique la actividad económica.
En paralelo, la caída de las LEFIs dejó al sistema financiero sin un instrumento claro de absorción de pesos, lo que aumenta la presión sobre el mercado cambiario y obliga al equipo económico a afinar su intervención en los frentes monetario y cambiario.