El macroeconomista Roberto Frenkel, uno de los arquitectos del Plan Austral y actual presidente del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES), lanzó duras críticas contra la política económica del Gobierno de Javier Milei y anticipó que tras las elecciones del 27 de octubre será inevitable una corrección cambiaria.
“Tratar de bajar la inflación usando el tipo de cambio como ancla termina generando una crisis cambiaria”, afirmó en diálogo con Clarín. Para Frenkel, “queda claro para todos que el techo de la banda está atrasado” y que la estrategia oficial “es insostenible”.
El economista planteó que el Gobierno desperdició una “situación ideal para un plan de estabilización exitoso”, ya que contaba con amplio apoyo inicial y sin una oposición fuerte, lo que le habría permitido consensuar un ajuste fiscal “sostenible socialmente”. En cambio, advirtió que “el ajuste cayó sobre jubilados, empleados públicos, universidades, hospitales y provincias”, un camino que genera “intolerancia social”.
“Inevitable una devaluación”
Frenkel consideró que la política cambiaria del Gobierno es “la crónica de una devaluación anunciada”. Subrayó que incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI) reconoció que la situación no podía sostenerse, motivo por el cual se introdujeron bandas cambiarias en abril, aunque sin éxito.
“No se sabe qué régimen va a haber, pero va a haber una devaluación, necesariamente”, sentenció, al advertir que hasta el 27 de octubre habrá “una continua demanda de dólares” por parte del mercado.
Un error de estrategia
El especialista explicó que usar el dólar como ancla genera en el corto plazo un “efecto expansivo” que aprecia la moneda, pero con el tiempo deriva en déficit de cuenta corriente y crisis cambiaria por desequilibrio externo. En contraste, citó el caso chileno, que logró bajar la inflación en ocho años preservando la previsibilidad del tipo de cambio real.
Frenkel también comparó con la experiencia argentina de los 80: recordó que el Plan Austral había alcanzado equilibrio fiscal, pero fracasó por la conflictividad social y la falta de consistencia externa.
Por último, criticó el sesgo ideológico del Presidente al apoyarse en la escuela austríaca: “No ha tenido prácticamente influencia en la academia ni en las políticas públicas hasta muy recientemente”, sostuvo, destacando que las macroeconomías del mundo se apoyan en enfoques keynesianos.