La UCA reporta una fuerte baja de la pobreza al 36,3%, pero alerta por el estrés social que no cede

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La pobreza cayó casi 10 puntos interanuales y la indigencia bajó al 6,8% en el tercer trimestre, según la UCA. Sin embargo, el informe advierte que la mejora macroeconómica no logró traducirse en bienestar cotidiano: salarios que no alcanzan, empleos precarios y un nivel de estrés que sigue “muy alto” en todos los estratos.


La pobreza bajó, pero el alivio no llega a la vida diaria

La pobreza medida por ingresos se ubicó en 36,3% y la indigencia en 6,8%, de acuerdo con el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA–UCA). La baja es marcada respecto al tercer trimestre de 2024, cuando los indicadores treparon a 45,6% y 11,2%, los niveles más altos desde 2005.

Pero la UCA advierte que esta mejora no se tradujo en un avance claro del bienestar social. El informe describe un país que respira mejor desde lo macro, pero cuya cotidianeidad sigue aplastada por ingresos insuficientes, menor calidad del empleo, inseguridad alimentaria y estrés permanente.

Por qué la baja podría estar “inflada”

El organismo señala que la caída de la pobreza está influenciada por cambios en la captación de ingresos de la EPH. Sin esos ajustes estadísticos, la reducción habría sido más moderada.

Además, la medición utiliza canastas basadas en patrones de consumo de 2003-2004, ya desactualizados. Según la UCA, si se aplicaran ponderaciones nuevas que reflejen el encarecimiento de servicios desde 2024, el descenso sería más lento.

Un país ordenado en lo macro, pero con un tejido social frágil

La UCA describe la etapa actual como un proceso de “ajuste más normalización”, no de desarrollo. Bajó la inflación, se ordenaron precios y el Estado recuperó músculo fiscal. Sin embargo, esto no modificó la estructura productiva ni logró recomponer la movilidad social.

El resultado es un equilibrio que estabiliza, pero no incluye.

El mercado laboral, el epicentro de la vulnerabilidad

Los salarios reales continúan rezagados y la calidad del empleo se deterioró. Hoy, el 33,1% de los hogares no tiene afiliación a la seguridad social. La mejora en ingresos no se traduce en mayor formalidad.

El déficit de protección es más grave en los estratos bajos, donde la precarización se volvió estructural.

El estrés económico sigue altísimo

Aunque retrocedió del 50% en 2024 al 46,8% en 2025, el estrés económico continúa por encima de los niveles de 2022. Y lejos de mejorar para todos, las brechas se profundizan:

  • En los hogares muy vulnerables, la cronicidad del estrés se agrava.

  • En el estrato medio alto, las mejoras son leves.

  • El alivio se concentra en sectores medio bajo y bajo.

La sensación extendida: agobio, cansancio y angustia, incluso con la inflación a la baja.

¿Alcanzará la estabilización para recomponer la movilidad social?

El informe concluye que la Argentina necesita un puente entre el orden macro y la inclusión micro. El nuevo régimen económico puede estabilizar, pero no garantiza por sí solo un sendero de desarrollo inclusivo.

La pregunta abierta es si el país podrá construir ese puente o si quedará administrando un equilibrio social cada vez más estrecho.

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