En dos décadas el asistencialismo se multiplicó por cinco

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De acuerdo con un informe de Idesa, existen unos 14,1 millones de argentinos que reciben beneficios no contributivos. En 2002 solo habìa 2,9 millones.

La cantidad de argentinos que reciben beneficios no contributivos pasó de 2,9 millones a 14,1 millones entre 2002 y 2022, de acuerdo con un relevamiento de Idesa.

Bajo la denominación de “planes”, Idesa incluyó dos tipos de beneficios no contributivos, es decir, beneficios para gente que no hace aporte porque no tiene un empleo formal.

Por un lado, los que tienen condiciones de elegibilidad reguladas objetivamente y son administrados por ANSES. Son la AUH, las moratorias previsionales y el Progresar.

Por otro lado, están los que se reparten desde el Ministerio de Desarrollo Social bajo reglas subjetivas que dan pie a la discrecionalidad.

Funcionan básicamente en respuesta a presiones e intereses políticos. Son principalmente los planes alimentarios y el plan Potenciar Trabajo. Las pensiones no contributivas por invalidez son un caso especial. Proliferaron discrecionalmente desde el Ministerio de Desarrollo Social y luego fueron traspasadas a la ANSES.

¿Cuál fue la evolución de los beneficios no contributivos en las últimas 2 décadas? 

Según datos de los Presupuestos Nacionales se observa que:

  • En el 2002 había 2,9 millones de beneficios no contributivos concentrados en el plan alimentario y el Plan Jefas y Jefes de Hogar.
  • En el 2012 había 9,4 millones de beneficios no contributivos porque se sumaron la AUH, las moratorias previsionales y pensiones no contributivas por invalidez.
  • En el 2022 se llega a unos 14,1 millones de beneficios no contributivos fundamentalmente impulsados por el Progresar y el Potenciar Trabajo.

Estos datos muestran la impresionante expansión de los beneficios no contributivos. El proceso se dio con crecimiento económico (entre los años 2002 y 2012, el PBI per cápita aumentó un 58%), pero también con estancamiento (entre los años 2012 y el 2022 el PBI per cápita se contrajo un -5%).

Lo cierto es que, desde la crisis del 2002, los beneficios no contributivos prácticamente se quintuplicaron. Llama la atención que la expansión se dio con la economía en crecimiento y en contracción y con diferentes gobiernos. Sugiere que se trata de otra “política de Estado” no explícita, pero ampliamente compartida.

En el marco de la crisis del 2002 se justificó la distribución de 2 millones de Planes Jefas y Jefes de Hogar. Su masividad se presentó como transitoria. La crisis económica se superó más rápido de lo previsto gracias a la bonanza internacional, pero la crisis laboral no se revirtió.

Si bien le siguió una década en la que el empleo formal aumentó, la cantidad de personas con trabajos informales (asalariados no registrados y cuentapropistas informales) nunca disminuyó de los 7,5 millones. Esto demostró que la insuficiente generación de empleos de calidad trasciende los ciclos económicos. Con el estancamiento que se inicia en el 2012, la proliferación del asistencialismo se potenció.

 

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