Mañana la Fed sube la tasa: ¿cómo sigue la película?

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Según el economista egipcio Mohamed El-Erian , la Fed y el BCE están realizando cambios a diferentes velocidades, y esa diferencia podría volverse más pronunciada, lo que plantea interesantes interrogantes para los mercados.

Las reuniones de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo probablemente mostrarán esta semana que estas instituciones sistémicamente importantes continúan gradualmente alejándose del enfoque de política que adoptaron para contener el trauma de la crisis financiera mundial del 2010 al 2017.

Sin embargo, las dos instituciones están realizando este cambio a diferentes velocidades, y esa diferencia podría volverse más pronunciada, lo que plantea interesantes interrogantes para los mercados.

En la reunión del 13 de junio, espere que la Fed:

Aumente las tasas de interés en 25 puntos básicos.

Deje abierta la posibilidad de que la próxima alza se produzca en septiembre (en lugar de diciembre).

Mantenga la referencia base de un total de tres alzas para el 2018.

Sugiera que el balance de riesgos está inclinado hacia cuatro alzas.

Reafirme el plan de reducir el balance.

Se abstenga de realizar cambios importantes al diagrama de puntos que conducirían a los analistas a nuevas especulaciones sobre la tasa neutral.

Al hacer todo esto, la Fed dará una señal de confianza sobre la fortaleza de la economía de Estados Unidos en tanto el impacto beneficioso de los continuos aumentos en el mercado laboral se ven reforzados por un repunte en la inversión empresarial y un mayor gasto público.

Este vigor de EE.UU. le permite a la Reserva Federal dejar de lado los efectos secundarios de las condiciones de crecimiento internacional menos dinámico, la incertidumbre en Europa y las alteraciones en el mercado local de algunas grandes economías emergentes.

También permite que el banco central evite por ahora la incertidumbre sobre el comercio internacional que dominó la cumbre del G7 a finales de la semana pasada.

Cuando se reúna el 14 de junio, el Banco Central Europeo intentará dar una imagen positiva de la economía de la zona del euro. Pero debido a que el contexto económico, financiero y político contienen mayor incertidumbre, es poco probable que el banco central haga el anuncio de política que algunos en los mercados ya se han inclinado a descontar.

Específicamente, en lugar de poner fin a su programa de compra de activos en septiembre, el BCE lo extenderá por al menos tres meses y dejará abierta la posibilidad de nuevas extensiones.Esto, a su vez, aplazará las expectativas del comienzo del ciclo de alzas de tasas.

Conforme expresen confianza sobre las perspectivas económicas, los dos bancos centrales también reafirmarán un cambio de política que ha sido evidente durante unos meses: su alejamiento de la práctica de contrarrestar los aumentos de volatilidad en los mercados financieros mercados, o en la jerga del mercado, reducir la efectividad de la “opción de venta del banco central”.

Inmediatamente después de la crisis financiera mundial, y en el caso del BCE, la crisis de deuda europea, los bancos centrales tenían que evitar que los mercados financieros dislocados arrastraran a sus economías a una depresión de varios años. Si bien los bancos centrales tuvieron éxito, las circunstancias políticas dificultaron pasar el relevo de la política a otras agencias de gobierno.

Y es así que, tanto la Fed como el BCE, no tuvieron más que asumir la mayor parte de la responsabilidad de generar mejores resultados macroeconómicos.El canal de activos financieros era la única forma viable de que los bancos centrales persiguieran esos objetivos.

Tanto por diseño como por práctica, no pueden definir más medidas directas que fomenten el crecimiento tales como reformas del sistema tributario, mejora de la productividad, nuevos programas de infraestructura o mejora de la educación, recapacitación y reentrenamiento de los trabajadores.

En cambio, combinaron las tasas de interés en mínimos y grandes operaciones de balance con una intervención verbal más agresiva, tanto sobre orientación política futura como para contrarrestar lo que consideraban eran episodios disruptivos de volatilidad de mercado.

Pero este año, en una desviación notable de su enfoque de política anterior, la Fed no tomó medidas para reprimir la mayor volatilidad que se apoderó de los mercados financieros en febrero. Del mismo modo, el BCE dijo poco y no hizo nada para contrarrestar la ampliación abrupta de algunos diferenciales soberanos causada por los acontecimientos políticos que afectaron a Italia en mayo.

Como resultado, a los mercados les está quedando claro que solo grandes dislocaciones financieras volverán a poner en juego la opción de venta del banco central cuando se trata de contener la volatilidad.

Esta semana se confirmará que dos bancos centrales sistémicamente importantes continúan su cambio gradual a un enfoque de política que es más normal y que ofrece un apoyo menos incondicional a los mercados.

Las dos reuniones también destacarán las continuas divergencias en la velocidad de la normalización de la política monetaria que, junto con una diferencia cada vez mayor en las perspectivas del desempeño económico, pueden tener un impacto más importante en las valoraciones del mercado en los próximos meses.

Bloomberg.

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