Rusia y China buscan crear un sistema de pagos sin SWIFT

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Desde la invasiòn a Ucrania, Moscú y Pekín intensificaron los pagos en monedas nacionales. Qué es el sistema SWIFT y cómo funciona

Los bancos centrales de Rusia y China buscan crear un sistema de pagos entre ambos países sin usar el SWIFT, informó el vice primer ministro ruso, Alexandr Nóvak.

Moscú y Pekín intensificaron los pagos en monedas nacionales. En particular, ya se realizan en materia de gas en base a la paridad, precisó.
“También se intensificó la transferencia a los pagos en monedas nacionales en los suministros de petróleo y sus derivados y carbón”, agregó. De esta manera se pueden prevenir los riesgos y fomentar la transformación del rublo y yuan en las monedas de reserva del mundo.
Tras el inicio de la operación militar especial de Rusia en Ucrania, varios países adoptaron sanciones contra Moscú, incluyendo la desconexión parcial de Rusia del sistema SWIFT, el cierre del espacio aéreo para las aerolíneas rusas, la paralización de las reservas internacionales de su Banco Central y otras medidas restrictivas.

Qué es el sistema SWIFT y cómo funciona

Más de 11.000 entidades financieras y más de 200 países y territorios forman parte de esta red a gran escala, que permite que los pagos transfronterizos sean rápidos, fáciles y seguros.
Pertenecer a esta red es crucial para que las transacciones financieras internacionales de un país se desarrollen de manera automatizada y sin trabas.

Para realizar una transferencia o domiciliar un pago, es necesario facilitar el código IBAN de la cuenta bancaria con la que se hará la transacción. Pero cuando el pago se realiza fuera del ámbito europeo (zona SEPA), entra en juego además el código SWIFT, que identifica a la entidad financiera miembro de esta red con la que se va a llevar a cabo la operación.

Hasta 1973, los pagos de país a país eran procesos muy complejos y con errores. Ese año, 239 bancos de 15 países crearon la red SWIFT (siglas de Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication), con el objetivo de hacerlos más rápidos, fáciles y seguros. Casi medio siglo después, SWIFT conecta a más de 11.000 entidades financieras y más de 200 países y territorios entre sí, que han logrado estandarizar el proceso para que se complete en plazos de entre 24 y 48 horas.

El sistema se basa en el intercambio rápido y seguro de información sobre las transacciones financieras (ya sean pagos, avales, garantías, información de cuentas…) que tienen lugar entre entidades de distintas áreas globales. Cada entidad cuenta con un código único compuesto por una serie de entre 8 y 11 dígitos, que identifican la entidad, el país al que pertenece y la localidad en la que se encuentra su sede central. Es el código SWIFT, también conocido como BIC (por las siglas en inglés de Código de Identificación Bancaria), según explica el banco BBVA.

Para el intercambio de esta información cuenta con SWIFTNet, una plataforma de mensajería que facilita estas comunicaciones y aloja cuatro servicios: FIN, el servicio de mensajería más antiguo, permite intercambiar mensajes individuales en formatos estándar ampliamente aceptados por toda la comunidad financiera; InterAct permite, además, intercambiar mensajes en formatos privados y es más flexible; FileAct facilita la transferencia de archivos, por ejemplo, el envío de grandes lotes de pagos internacionales; y WebAccess habilita para sus miembros la navegación segura por las páginas web financieras.

Pertenecer a esta red es crucial para que las transacciones económicas internacionales de un país se desarrollen de manera automatizada y sin trabas. Sin formar parte de SWIFT, como les ha ocurrido ahora a algunos bancos de Rusia que han sido expulsados como sanción por la guerra con Ucrania, la alternativa es llevar a cabo estas operaciones de forma manual (a través de sistemas como fax o télex). Pero estos métodos son más complejos y pueden aumentar los costes y los riesgos, lo que puede disuadir a las entidades de llevar a cabo estas transacciones. Además, no estar en la red puede conllevar la posible pérdida de los bancos corresponsales, que centralizan y gestionan todos los pagos referidos a un mercado específico. Estas entidades pueden negarse a asumir el procesamiento manual de los pagos, para no afrontar los riesgos producto de perder la automatización.

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