Cavallo explicó cuál sería la fórmula para evitar una hiper en 2023

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Un artículo públicado en su blog enfatizó que el actual momento de la Argentina no tiene nada que ver con el 2001, sino que se parece a la previa al Rodrígazo de 1975. Cómo hacer para no terminar igual.

Según Domingo Cavallo, la situación actual de la economía argentina “tiene rasgos comunes con la que precedió al fenómeno que la historia económica denominó el Rodrigazo”. Así lo señaló en el último artículo que está publicado en su blog.

El plan Gelbard que se elaboró en base a una negociación entre la CGT de entonces y la Confederación General Económica que era el ámbito empresarial donde siempre había militado José Ber Gelbard, generó fuertes desequilibrios macro-económicos y de precios relativos que recién se pusieron de manifiesto luego de la muerte de Perón. “Esos desequilibrios eran muy parecidos a los que se observan hoy en la economía argentina”, explica el ex ministro de Economía.

Con un gobierno débil, desgastado además por fuertes diferencias ideológicas y políticas internas, un sector del gobierno liderado por López Rega compró la idea de que era necesario pegar un giro de 180 grados en el rumbo de la economía reemplazando al Pacto Social de Gelbard por un programa “ortodoxo”. Este incluía un tope del 30% a los aumentos salariales a acordarse en las convenciones colectivas de trabajo, con un 150 % de aumento en las tarifas de servicios públicos y una devaluación que significó la duplicación del precio del dólar en el mercado oficial.

Los sindicatos no aceptaron el tope salarial y consiguieron igualar el ajuste salarial a la devaluación. En un clima infernal de conflictividad social y descomposición política del gobierno, la inflación saltó del 50 al 800% anual y se produjo una fuerte recesión.‘”Una pregunta frecuente de quienes quieren saber qué es lo que puede ocurrir en los dos próximos años, se refiere a la posibilidad de que se dé algo parecido al Rodrigazo”.

“Mi impresión –agrega- es que la iniciativa de la que ha comenzado a hablar el gobierno para después de las elecciones, apunta más bien a un Pacto Social como el que logró Gelbard bajo el liderazgo de Perón. El problema es que ni Cristina Fernández de Kirchner y mucho menos Alberto Fernández tienen hoy un liderazgo indiscutible y esperanzador como el de Perón en su regreso al País en 1973. Amén de que cuando se negoció el Pacto Social la economía no estaba aún plagada de desequilibrios”.

Para el ex ministro, el Gobierno no optará por eliminar los controles de cambio, como tampoco aceptar un salto devaluatorio del tipo de cambio oficial. “Una devaluación significativa, sin un aumento al menos equivalente en las tarifas de los servicios públicos significa un agravamiento del déficit fiscal por el aumento de los subsidios que se pagan a los prestadores para asegurar su provisión”.

“Este dilema –consideró- se transará aumentando el ritmo de devaluación mensual del 1% al 3% o a lo sumo al 4% mensual. Probablemente se pacte también que el aumento de los salarios y el de las tarifas de servicios públicos sea igual al ritmo de devaluación. Si al mismo tiempo el gobierno logra mantener el aumento del gasto público y la emisión monetaria alrededor de esos porcentajes, puede ocurrir que la inflación anual se mantenga dentro del rango del 50% al 60% anual”.

La conclusión de Cavallo es que si “si con esta tasa de inflación, que no va a permitir ni el aumento del empleo formal ni la disminución de la pobreza, el gobierno logra mantener la paz social, es posible que se evite una hiperinflación antes de las elecciones presidenciales de 2023”.

Pero además, Cavallo planteó las dificultades de la transición política pensando en las elecciones presidenciales. “La cuestión clave para discernir si será posible evitar la hiperinflación en la transición del gobierno actual al que lo suceda en diciembre de 2023, como no se la pudo evitar en la transición del gobierno de Alfonsín a Menem en 1989, pasa por las ideas que predominen en la discusión entre partidarios de la dolarización voluntaria y de la desdolarización compulsiva”.

“Si predomina la idea de que es conveniente permitir la dolarización voluntaria y se habilita el funcionamiento de un mercado cambiario totalmente libre para todo tipo de transacciones financieras y pagos y cobros de servicios, se podrá evitar la hiperinflación, porque la brecha cambiaria podrá mantenerse acotada con un manejo realista de las tasas de interés en pesos”.

En cambio, si se avanza con una suerte de desdolarización compulsiva, entonces se acentuaría el cepo cambiario, extendiéndolo a las transacciones del contado con liquidación. “Podría cundir la sospecha de que en algún momento el gobierno avanzará hacia la pesificación compulsiva de los 15 mil millones de dólares que aún mantiene el sector privado depositados en el sistema bancario, la hiperinflación se producirá por una corrida contra esos depósitos y un aumento extremo de la cotización del dólar en el mercado paralelo”, concluyó.

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