Martín Guzmán aseguró que no habrá salto cambiario, aunque el mercado espera que se acelere el ritmo de aumento del tipo de cambio oficial, ante una brecha que superó el 100%. El Gobierno se comprometió a una fuerte reducción de la emisión monetaria.
Entre los detalles sobresalientes del “principio de acuerdo” con el FMI, aparece el compromiso de avanzar hacia un camino gradual pero sostenido de reducción del déficit fiscal hasta llegar al equilibrio en el 2025. El ritmo sería algo más lento que lo esperado por el mercado pero al mismo tiempo cumplible: debería caer a 2,5% en 2022 y a 1,9% en 2023, cuando los rumores previos indicaban que el Fondo se había puesto inflexible en conseguir una baja del rojo fiscal hasta 1,4% el año próximo. El hecho de que el año que viene haya elecciones presidenciales, por otra parte, volvían casi inviable una baja tan fuerte del rojo fiscal y aumentaba la posibilidad de un incumplimiento.
En la misma línea, uno de los puntos más salientes es el compromiso de reducir mucho más rápido el financiamiento del Central al Tesoro, que debería caer a solo 1% del PBI este 2022. Esto significa prácticamente apagar la “maquinita” de emisión de pesos, ya que el año pasado se había registrado un financiamiento monetario de 3,7% y en 2020 (el año de emisión récord por la pandemia) había llegado a 7,3% del Producto. Si bien tanto el Gobierno como el FMI siguen hablando de la inflación como fenómeno “multicausal”, al mismo tiempo atacan fuertemente la emisión de pesos.
El otro punto saliente que debería generar alivió a la cotización del tipo de cambio y permitir un aumento del dólar oficial más acelerado pero sin devaluación brusca es el fortalecimiento de las reservas que facilitará el propio FMI. En ese sentido, la expectativa es que el organismo devuelva los U$S 4.300 millones de Derechos Especiales de Giro que la Argentina viene pagando desde septiembre. De esta manera, se espera que las reservas netas aumenten unos U$S 5.000 millones a lo largo del año.
